Palabras. Brotan de mí, no sé el por qué, a veces siento que tengo que gritar algo y lo escribo. Surgen de pensamientos dispares, tal vez ellas son las que sirven de instrumento para dar lógica a tantas ideas que deben ser lanzadas a este mundo. Vuelan o caen sobre un papel -hoy más bien sobre una red 2.0-. Este blog es mi lienzo donde las palabras encuentran un lugar.
Somos más que una historia a medias.
Somos una eternidad en una mota de polvo.
Somos vida entre Tierra y Cielo.
Somos alas que exploran los confines del alma.
Somos llanto y risa,
marionetas de emociones.
Somos golondrina y buitre,
las alas del egoísmo se expanden rápido.
Somos ventana y puerta,
abierta y cerrada.
Somos otoño,
los recuerdos del verano
emigran de nuestras ramas,
siempre permanece en la cabeza
cada vivencia perenne.
Somos el secreto que habita en los labios,
pero no salta al vacío.
Somos fugaces. Los sentimientos sin cimientos son fugaces y las emociones como pompas de jabón, también lo son.
El tiempo es fugaz, cada segundo entre tic y tac se rompe en mil pedazos.
La fugacidad es la razón que me mantiene esperanzada.Me regala la valentía para decidir en mi vida. Solo tengo esta oportunidad para vivir. La vida nos surca cada día, nosotros sin saber que el futuro es espejismo, solo tenemos presente, donde soñar, ser y vivir.
La vida pasa como un parpadeo en todo el tiempo que existe. La vida, fugaz, recorre el cielo de nuestra alma. Vida, ocurres sin darnos cuenta.
"Las estrellas dicen que los fugaces somos nosotros"
Este verano he
tenido la suerte de vivir una gran experiencia social que me ha removido,
emocionado y me ha enseñado mucho. Quiero compartir un detalle que me ha hecho
reflexionar.
Al final de la
experiencia una mujer que vive en un centro de acogida* me regaló unos pendientes hechos por ella. Cada uno tenía una
piedra roja ovalada acompaña de dos pequeñas perlas en cada extremo. Me los he
puesto un par de veces y cada vez que los veo en mi joyero me acuerdo de
ella.
Un día de este
verano, un pendiente se me cayó al suelo y la piedra roja se partió. Apenada,
intenté repararla y lo único que conseguí es que esa piedra perdiera su pintura a
causa del pegamento rápido.
El último día de
agosto, volví para hacer visita a aquel lugar lleno de luz y magia. Le conté a esta mujer lo que me había ocurrido y
ella insistió en regalarme otros, a pesar de mi insistencia de que no era
necesario.
Esta tarde vi los
pendientes rojos y he sonreído. Me he quedado un rato mirándolos y he pensado
que los pendientes son como las oportunidades en la vida. A veces me brindan
una oportunidad que yo desaprovecho y rompo en mil añicos con el riesgo de que
no vuelvan a darme otra. Ahora que tengo unos segundos pendientes, me ha
hecho valorar más a los primeros y sobre todo, cuidar con más delicadeza y mimo
a los segundos.
Cuando una oportunidad
se escapa de mis manos, llegan los sentimientos de culpa, tristeza y
frustración. Cuando llega la segunda, tengo mucho más que antes, ahora tengo
una oportunidad y el aprendizaje de que es necesario valorar lo que se tiene en
el momento que está en mi vida, no cuando se ha perdido.
Gracias gran mujer
por tu testimonio de vida, por tu acogida constante, tu generosidad sin límites
y tu sonrisa perenne. Gracias queridos pendientes por ser cómplices de esta
reflexión.
*[No
aparece su nombre ni datos personales para guardar su anonimato.]
que tu lectura, te recomiendo que vuelvas a escucharla.
Escribí estas palabra con esta canción en bucle).
“Un líquido es un estado de la materia
sin una forma particular.
Cambia fácilmente y solo queda definido
por el recipiente que lo contiene.
El cuerpo humano es un 70% de agua”.
Quiero saber si es agua lo que habita mi
cuerpo, quiero saber si es sangre lo que se desliza por mis venas. Quiero saber
que se esconde dentro de mí. Solo sé que soy líquido.
Mi piel encierra secretos que no entienden de
agua, de sangre, de yodo ni sal. Mi piel está cubierta de una capa líquida de
ilusión contenida.
Soy cada sueño que dejo ser en mí, cada sonrisa
que regalo hacia fuera, cada lugar en el que he sido feliz, cada noche bajo las
sábanas sin poder dormir.
Soy vida líquida que se transforma en cada
momento. Metamorfosis necesaria para vivir, para encontrarse, sobre todo, para
sobrevivir. Me estanco las veces necesarias, no puedo permitirme parar como decisión
propia.
Vuelo, salto y ando. Corro, nado y me arrastro.
Me hundo y salgo a flote. Me caigo y me levanto. Soy porque sueño. Soy porque
decido soñar. Soy porque vivo. Soy porque decido vivir.
Soy decisión constante: permanecer, viajar,
huir, caminar, volar… son acciones nacidas de una decisión previa. Antesala del
destino, en mis manos tengo mi vida para decidir qué hacer con ella. Tanto
quedarse como partir requiere discernir o una intuición impulsiva, a veces
cuando vuela la moneda, antes de saber si será cara o cruz, estoy deseando ver
uno de sus lados, en ese instante, ya tengo la respuesta. Otras veces es mucho
más complejo, no solo hay dos desvíos puede haber cientos y la duda y el miedo
son malos compañeros de la decisión continua.
Para mí vivir es un regalo, una suerte, un
tesoro. No puedo atesorar mi regalo porque guardarlo es perderlo. Necesito vivir,
experimentar, arriesgar, solo así descubriré mi lugar y mi misión en este
mundo.
Tras pasos andados tengo una dirección tomada,
pero queda mucho por andar, por hallar, por disfrutar y por sufrir. Quedan
momentos por vivir y desiertos que recorrer, abismos de los que salir y oasis
donde descansar. La vida, así, simple y compleja, según como quiera moldear mi
vasija de barro. Manos con arcilla, ropa amarronada, solo así, viviendo.
Soy líquido. Líquido de mil sustancias perennes
y mil sustancias efímeras. Líquido que compartir, que decidir cómo y dónde
compartirlo. Líquido de sueños, de instantes y pensamientos. Líquido de vida.