jueves, 27 de noviembre de 2014

HUIDA

Me refugié en sonrisas ajenas, pero el tiempo no se detuvo. Huía de déjà vus, miradas penetrantes, críticas destructivas y falsos elogios con sus falsas modestias.
Me harté de este mundo hostil y quise huir. Perderme entre árboles de hoja caduca, ya en el suelo, como personas que se van y en una primavera –no sabemos en cuál– llegan otras.
Por el camino vi lágrimas, desesperación, ira…pero lo que no vi fue indiferencia ni pasividad, esos no comienzan un camino con destino desconocido. No iba sola, pero la compañía era invisible. Silenciosa.  Más personas huían de sus rutinas, sus agendas y las alarmas del móvil que te avisan de todo. Sí, todos con algo en común, el estupor al mirarnos al espejo y no ver alma ni corazón ni vida. Ese reflejo, el de uno más entre tantos clones que siguen cánones de belleza y visten prendas de las mismas marcas.
Tras mucho andado, demasiadas reflexiones caídas sobre papel mojado y palabras que retumbaron contra muros desnudos, caí en la cuenta que es inútil escapar, una huida hacia dónde, siempre llevaré en el equipaje esos pensamientos que me alejan de lugares del mundo que no quiero ver, pero esa partida también me distancia de todo lo que me pierdo del lugar donde estoy.
La solución está en la mirada, qué perspectiva hay tomar, tú decides observar la luz del paisaje o los rincones sombríos, la moneda siempre tiene dos caras, afortunadamente la vida tiene infinitas perspectivas.
La solución es no limitarse a mirar al frente, tanto a izquierda y como a derecha puedes encontrar paisajes desconocidos, misteriosos, tal vez deplorables. Si huyes no cambiarán, si haces algo, lo más seguro es que los dejes un poco mejor de lo que estaban.
Si te atreves a cambiar tu mirada, cambiará lo que ves. Elimina barreras, estereotipos, prejuicios y verdades –aparentemente– absolutas. Cuestiónate todo cuanto existe y no calles tu voz porque, al fin y al cabo, todos somos alma, corazón y vida y nada más.

Sed felices (: