viernes, 6 de mayo de 2016

Palabras gritadas (2): HIPOCRESÍA GLOBAL

Pongamos una balanza, a un lado millones de euros, al otro una persona, "solo" una vida.
Hay gente que elegiría el lado del dinero porque tiene más valor. Para mí, y mucha más gente, una vida no tiene precio. Hay una frase que me gusta y dice así: “Se compra lo que tiene precio. Lo que tiene valor, se conquista”.

Se habla de atentados grandes y atentados pequeños: 10, 50, 100 muertos. Cuando dicen una muerte yo pienso en tragedia, para mí una vida tiene muchísimo valor. Parecerá utópico, pero defender la vida es lo más básico, una vida menos, es una historia truncada, una familia rota, un vacío en su entorno, una oportunidad menos en una persona que dejó de vivir.

Todos los días mueren miles de personas injustamente por miles de razones, pero muchas son por causas injustas y evitables por decisiones de otros. Víctimas de guerras, de atentados, de hambre, de abortos, de enfermedades con cura pero sin vacunas ni medicamentos. Cuántas muertes se pueden detener cada día, pero los que pueden hacer mucho hacen poco, me gustaría darme un paseo por las instituciones europeas, americanas, las grandes convenciones mundiales...A ver cuanto lujo y trajes caros veo por allí, mucho dinero. Nos dicen que aunque haya objetivos del milenio para acabar con los problemas globales, haya recursos para todos, cada día mueren personas a costa de otras. Me niego a conformarme a que esto así y no tiene solución, hay maneras de terminar con todo esto, pero no interesa porque se cae el sistema surrealista e insostenible que se ha creado de Bolsas de dinero invisible con muchos ceros de cifras millonarias. Unos pocos muy ricos, una mayoría pobre. Empresas que solo piensan en producir, vender y ganar dinero. Gobiernos movidos por la economía y no por las personas.

Tristemente haya gente poderosa que se vaya a la cama con la conciencia tranquila, con la idea de que son personas de éxito, por haber logrado un sueldazo, una buena fortuna y una vida perfecta. Para mí, las personas de éxito son las que trabajan de sol a sol, hacen malabares para alimentar a hijos sin tener dinero ni comida, las personas que no tienen nada pero siguen soñando fuerte y no pierden la alegría ni las ganas de vivir. Cuanto nos queda por aprender de los más pobres. Tal vez no tengan dinero, pero en ellos abunda amor y aunque el amor no dé de comer, da para vivir.


Mi alma entera es un grito, y toda mi obra es el comentario sobre ese grito.

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