Y de repente…diciembre, sin habernos dado cuenta, toca vivir
el mismo mes que cada año cierra una etapa del camino. Las etapas de la vida no
van por años, pero cada diciembre está ahí para recordarnos que es necesario
hacer balance de lo que han sido estos últimos 365 días, seguramente un año
agridulce con sus grandes recuerdos, también los malos, las buenas experiencias
y los fracasos. Hacer balance es coger la balanza de la vida y poner todo lo
positivo en un extremo y lo negativo en el otro, ¿qué lado gana? Si gana lo
pésimo, no es que tu vida esté llena de malas vivencias, tal vez seas tú quien
tengas una visión negativa. Siempre pasa igual nos ponemos a pensar en el
pasado y solo recordamos los malos tragos, aquello que deberíamos haber
olvidado y por qué no hacemos memoria de las reuniones de amigos, las fiestas,
los momentos en familia, las buenas noticias, las sorpresas, los días redondos,
las llamadas inesperadas, los reencuentros fortuitos…Las alegrías son pequeños
detalles, las penas parecen ser un mundo. Giremos las cosas y veamos la cara de
luz, aquella que todo la tiene.
Y de repente…diciembre, el mes en el que la historia se
repite, todas las ciudades y pueblos se alumbran con luces navideñas
despampanantes -en ocasiones horteras-. Es el momento de abrir cajas con polvo,
colocar los mismos adornos de siempre en cada casa. De nuevo muchas cenas, unos
cuantos amigos invisibles en los que no sabes que regalar y las mismas fechas
señaladas que pasar en familia, de nuevo llegan los empachos y aparentar que todos
somos felices. Tal vez este sea el argumento de las personas que no les gusta
la navidad, unas fiestas sin sentido en las que se come, se hacen regalos por
obligación y se reúnen familias por tradición. En qué hemos convertido la
navidad.
La navidad es una de las fiestas más importantes del año
para mí, no hay dos navidades iguales ni nunca las habrá, si todas parecen
similares tal vez haya que replantearse el sentido que tiene la navidad. Para
mí estas fechas me han servido para ver como he crecido, recuerdo algunas de
mis primeras navidades; eran ilusión, magia, alegría, felicidad y amor. Desde entonces ha llovido mucho, he visto
como cada año pasaba y cambiaba mi vida junto con mi mirada, pero a pesar de
todo intento que estas fechas sigan teniendo el mismo sentido que antes, tal
vez la magia y la ilusión se hayan transformado, pero permanece. La alegría y
la felicidad hayan tenido sus altibajos, pero lo importante es saber verlas en
el día y a día. Y el amor entre la familia, tengo la suerte de poder decir que
todos estos años ha permanecido intacto.
Año tras año, vemos como alrededor de la mesa de nuestra vida
hay muchas caras: los de siempre, los incondicionales, los intermitentes (esos
que se acuerdan de ti de vez en cuando, y tú de ellos, todo sea dicho), las
nuevas caras que entraron hace poco sustituyendo a personas que decidieron
irse, pero siempre con más fuerza ocupando un espacio que no creías ni que
existía. La vida es como esa gran mesa en una comida navideña, pero juntando a
todos tus círculos. ¿Qué es lo que ves? Personas que miran sus móviles,
personas con las que no paras de hablar y reír, personas que no te dan
confianza…Tal vez la navidad también sea el momento de mirar a la cara a cada
una de esas personas que están sentadas y diferenciar entre las personas
tóxicas, esas por las que lo darías todo, aquellas de las que te has distanciado
y quieres volver a acercar…
Aprovecha estas navidades para poner una balanza al 2014,
buscar el sentido de tu navidad y hacer un análisis profundo de tu mesa de la
vida. Mientras tanto te deseo una feliz navidad junto a los tuyos (pero los
tuyos de verdad), llena de momentos felices, inolvidables y mágicos. Que 2015
sea un año aún mejor que todos los anteriores, que esté repleto de sueños y
metas, alegría y felicidad. Y por supuesto, que nunca falte amor (y no me
refiero al amor que se suele relacionar con esta palabra), un amor en todas sus
vertientes, porque una vida sin amor no es una buena vida.
Sed felices (:
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