En la sociedad del “usar y tirar”, las personas somos un producto más con fecha de caducidad y un tiempo de vida útil que no se corresponde con el tiempo de vida real.
Perdemos y nos perdemos en esquemas del mundo, en pautas inventadas por un sistema que es un “ya” continuo y tajante. Olvidamos la pausa, el silencio, contemplar sin pantallas, el proceso de estar, existir y compartir a otros ritmos.
Existen las tiritas emocionales, es posible la conversación calmada con puntos de vista y experiencia muy distantes con la pretensión de crear puentes. Es posible el encuentro entre personas diferentes, es posible encontrar lugares comunes y continuar. Esto es cuidar, reparar, sostener y apostar por la vida.
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