Creo que vivo de intentos.
Mi vida ha estado llena de intentos y más intentos.
Algunos parecían erróneos, pues el nuevo camino me hacía volver a un punto de partida, pero con el paso del tiempo siempre descubro que el camino recorrido era necesario para aprender, para discernir, para descubrir(me). Cada camino que parecía ser el plan A tenía su razón de ser, y finalmente el plan B acababa siendo el plan.
Con los años, me he hecho experta en abrazar el plan B, en mis estudios, en mi vocación, en pequeños detalles del día a día.
Ahora soy quien soy gracias a la suma de todos los planes, cada experiencia, cada lugar que he habitado y deshabitado y entre plan y plan siempre me he sentido en casa.
Hoy vuelvo a encontrarme en una situación así. De nuevo, quiero abrazar el plan B como única manera de seguir soñando mi vida y tejiendola siendo una aprendiz que puedo sentirme torpe, pero que poco a poco entiendo que los caminos de vida nunca son rectos y sencillos. Lo valiente es confiar y acoger el nuevo intento.
Creo que vivo de intentos y siempre descubro que cada intento tiene sentido.
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