Todavía hay mucho que no he descubierto hasta la esencia. No sé
lo que soy, no sé lo que siento, no sé lo que quiero, no sé las razones de
muchas sonrisas. Hay días que me pierdo entre mares de dudas, entre dudas de
sal. En desiertos sembrados de incertidumbre.
Lo más bonito de la vida, tal vez, sea todo lo que se puede
sentir. Sin necesidad de ver. Sin necesidad de tener. Sin necesidad de anhelar.
Sentir es ser.
Todo lo que siento en lo más dentro de mí tiene fuerza,
tiene motivos, tiene algo abstracto que a mí me gusta imaginar que es un núcleo
de luz, la esencia de los sentimientos, algo así como la materia prima de la
que se nutre el alma para arder. Todos los sentimientos son llamas que arden, y
hay que echar esa “leña” para que no se apague. Hay sentimientos intensos como
una gran hoguera, pero que terminan por consumirse. Otros son como una vela, un
punto de luz, débil, pero estable.
Cuando se trata de sentir, de amar, de ser. Cuando se trata
de vivir con esencia. Muchos planteamientos surgen, el inconformismo se
instala. Pero aprendí que para vivir de verdad, hay que apostar por vivir
diferente.
No tengas tiempo para tener prisa (:
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