Para otros la vida es como una bicicleta, lo esencial es no
dejar de pedalear porque sino te caes. La vida es una lucha constante.
Para los creyentes la vida es un regalo de Dios.
Para Bécquer la vida algo efímero e instantáneo:
Al brillar un relámpago nacemos
y aún dura su fulgor cuando morimos;
¡tan corto es el vivir!
Para Jorge Manrique,
la vida es como un río, que termina en el mar, siendo la muerte igual para
todos:
Nuestras
vidas son los ríos
que van
a dar en la mar,
que es
el morir;
allí
van los señoríos
derechos
a se acabar
y consumir;
allí
los ríos caudales,
allí
los otros medianos
y más
chicos,
y
llegados, son iguales
los que
viven por sus manos
y los
ricos.
También están los que ven la vida como un reloj de arena, en
el que el tiempo no deja de correr, el pasado es arena que no se puede
recuperar y el presente es un instante.
Pero para mí la vida es un camino principal con muchas
desviaciones. El sendero principal puede
ser empedrado y cuesta arriba o ser llano y de arena fina. Es el camino que te
toca.
Después están las personas que tienen prisa y quieren llegar
pronto a su destino y lo hacen saltándose etapas o no disfrutando del camino
andado.
Existen personas que no tienen las idas claras y se dejan
llevar por las desviaciones (esas alternativas al camino principal, ya sea el
mundo del alcohol, las drogas, el juego…). Esas desviaciones tienen carteles
muy brillantes y llamativos. Cuando te adentras en ellos, es como si te
subieras en una cinta mecánica como la de los aeropuertos, resulta cómodo y
además divertido, pero al final de la cinta está la muerte y cuando quieres
retroceder es demasiado tarde y andar a contracorriente requiere un doble
esfuerzo. Muy pocas personas son las que consiguen salir de esa mala vida.
Y por supuesto están las personas con la cabeza bien
amueblada o que tienen personas que les guían en el camino (padres, amigos…),
esos son los que recorren su itinerario principal sin dejarse llevar por
distracciones tentadoras. Esas personas son las que saltan los obstáculos,
derriban muros, salen de hoyos profundos, escalan montañas y atraviesan ríos,
los que luchan cada día por seguir su camino sin que nada pueda derribarlos. En
el camino nos podemos encontrar con personas de todo tipo: las que te dan la
mano, las que te ignoran, las que te hacen la zancadilla, las que se ponen delante
y no te dejan seguir, esa persona de la que no te quieres volver a separar
jamás…
Yo no soy nadie para dar consejos, ni mucho menos lecciones
sobre la vida con mis 16 años andados, pero aún así voy a atreverme a dar mi humilde
consejo: Si tienes un sueño, una meta, un ideal o un objetivo, no dejes de
luchar, de escalar ni de pisar fuerte el suelo porque tienes dos opciones,
tirar la toalla y renunciar o usarla para secarte el sudor y seguir adelante.
Pero también es importante no obsesionarse por conseguir todo lo que te
propongas porque tal vez ese sueño no esté en tu camino o llegar hasta allí
supone pisotear personas o renunciar a las personas que quieres.
Y si algo sale mal, recuerda que la vida da segundas
oportunidades y que después de la tormenta viene la calma. Y si no puedes ver
el sol, no llores porque sino las lágrimas no te dejarán ver las estrellas.
Gracias por visitar mi blog. Sed felices (:
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