Perdón por esta larga ausencia pero los estudios no me han dejado casi ni respirar, por fin han llegado mis merecidas vacaciones, en las que tengo pensado escribir mucho. Después de tanto tiempo, tenía que dejaros una gran entrada, así que os dejo esta reflexión de la vida, espero que os guste:
Cuando te
hartas de llorar, sacas conclusiones:
Si lloras
cinco minutos te sonaras los mocos una vez, si lloras veinte; cinco veces y si
son dos horas; utilizaras innumerables pañuelos. Te quedas desahogad@ por lo
menos, pero esas lágrimas no tienen un beneficio en tu vida, si acaso (no en
todos) puede aclararte las ideas o tranquilizarte, pero esto de los pañuelos me
ha hecho pensar y no decir, simplemente, poder afirmar:
“La vida es como un paquete de clínex.”
Los pañuelos
metidos en el paquete son muy bonitos, pero llenos de mocos, hechos un lío y
con lágrimas ya no tanto. La vida es igual, si está metida en un paquete, solo
puedes observarla, pero no vivirla.
Hay que
sacar el primer pañuelo; la infancia, el segundo; la adolescencia, el tercero;
la juventud, el cuarto; ser adulto y el quinto; la vejez.
Pero nos
vemos en la obligación de sacar un pañuelo del paquete, que en realidad es
sacado por nuestros padres y viene junto
a nosotros cuando nacemos, por lo general (siempre hay excepciones), nuestra
infancia es feliz, porque nuestros padres han manejado ese “pañuelo”, que más
tarde nos tienden (a medias), dándonos un poco de independencia y aprendemos a
través de nuestras preguntas las distintas etapas de la vida.
Todos (si no
tienes el Síndrome de Peter Pan) queremos crecer y ser adolescentes lo antes
posible porque te crees que esa etapa desconocida para ti, será la mejor de
todas: podrás salir con tus amigos, ir de fiesta, reírte un montón, en
definitiva ser feliz. Pero cuando pensamos en crecer no todo el mundo sabe que
crecer significa ser consecuente de lo que dices, haces y dejas de hacer, se te
olvida que debes de estudiar para tener un buen futuro, se te olvida que una
cosa es lo que tu quieres y otra la que te permiten tus padres, porque ser
adolescente no es ser libre, sigues siendo menor de edad y tus padres quieren
protegerte de peligros, educarte y todo eso.
Luego toca
crecer, ir a la universidad (si durante la adolescencia no te has desviado mucho
del todo). Durante unos años vives con amigos de fiesta cada fin de semana,
estudiando un poco algunos o nada otros, viviendo el presente. ¿No era eso lo
que todos queríamos? Por fin libres, pero cuando quieres crecer se te olvida
que cuando tienes tu primer trabajo tienes que independizarte de tus padres y
tienes que administrar tu dinero, tienes que pagar la gasolina del coche, el
alquiler, la comida, la luz, el agua…
En resumen,
cuanto mayor seas y la etapa que vives esté más arriba los problemas son
mayores.
Cuando
éramos niños, nuestra preocupación era no salirnos al colorear y nuestro peor
problema no poder jugar. En la adolescencia, nuestro problema es no poder quedar
con los amigos y nuestra mayor preocupación es tener que aprobar si quieres
tener un verano de p*** madre. En la juventud, nuestro problema es no tener
trabajo y la mayor preocupación no tener los estudios suficientes como para
tener uno decente.
Y para que
seguir hablando de las otras dos etapas, yo, que soy una adolescente de 15 años,
veo que son dos etapas lejanas e inciertas que no me preocupan en absoluto. La
infancia es mi pasado, la adolescencia; mi presente y la juventud; mi futuro
más próximo.
El truco es
aprender a manejar esos “pañuelos”, es decir, aprender a vivir. Si intentas
durante la infancia ser adolescente y cuando seas adolescente, joven y así, creyendo
que saltándote etapas vas a llegar más lejos, solo diré que desde mi punto de
vista es un error, querer sacar todos los pañuelos del paquete (o casi todos),
sin tener en cuenta que lo más seguro es que la infancia, adolescencia y
juventud, como pañuelos diferentes que son, no sean complementarios y al final
terminen convirtiéndose en una bola de papel sin sentido ni solución, ya que
querer volver atrás en el tiempo es imposible y niño que dejó de ser niño por
impaciencia, seguro que acaba añorando la niñez y así con todas las etapas.
Como primera
conclusión digo que hoy toca vivir el presente y no hay que darle más vueltas
al pasado porque nada vas a conseguir, ni al contrario, pensar en el mañana y
olvidar el hoy significará que probablemente tu futuro no sea muy allá. Mi
consejo es esta frase de Paulo Coelho:
“Siempre es
preciso saber cuando se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer
el ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del
resto. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos, como quieras
llamarlo (en nuestro caso pañuelos). Lo importante es poder cerrarlos, y dejar
ir momentos de la vida que se van clausurando.”
Precipitarse,
aferrarse o añorar de nada sirve, en cambio ser luchador en la vida de manera
optimista y correcta, te hará tener un gran presente, lo que conlleva a tener
un gran futuro y por tanto un feliz pasado, aquel que tú has querido tener.
Como ultima
conclusión, diré que hay muchísimas maneras diferentes de vivir, de administrar
esos cinco pero grandes pañuelos, me he dado cuenta que en la vida es muy
importante ser más paciente cuando mayor seas, porque estas cinco etapas son progresivas
y cada una es más larga que la anterior, pero más breve que la próxima. Si
quieres vivirlo todo en un corto período de tiempo, te llevará a tener una
montaña de pañuelos rotos, arrugados y con lágrimas, pero en esa situación no
te puedes plantear otra cosa que no sea LUCHAR, porque nunca es tarde, lo único
irreversible es la muerte:
“Tú
eres el único dueño de tu vida.”
Podrás tener
amigos y familia que te ayuden en los momentos difíciles, pero lo que no pueden
hacer por ti es: vivir la vida.
Sed felices. (:
No hay comentarios:
Publicar un comentario