LA
FIESTA DE LAS PALABRAS ROTAS
Reviso por última vez la nueva entrada que subiré a
mi blog.
Dos
mundos. Dos realidades.
Cada
vez son más los días que llego a mi casa
pensando que las ciudades se están convirtiendo en espacios capitalistas
deshumanizados. Mareas de consumidores que buscan la tendencia de la temporada,
mareas de trabajadores acelerados, mareas de turistas intentando capturar la
mejor fotografía…me cuesta ver personas que llevan otro ritmo, una sonrisa y
que simplemente pasean.
Hay
días en los que no escucho un “buenos días” o un “gracias”. La imagen más
repetida: una persona mirando su móvil, incluso en compañía. Cada vez son más y
más las personas encadenadas a ellos, presos en una pantalla de emoticonos,
tuits y caramelos de colores. Sólo veo gente con prisa, personas pidiendo
limosna, otros rebuscando en la basura y todos indiferentes. Esto se ha
convertido en el ”espectáculo” diario. Ya nada sorprende en este mundo de
extravagancias y contrastes.
Qué
ha sido de esa gente que solía leer un libro en el autobús, de las conversaciones
con el vecino o del intercambio de recetas mientras se tendía la ropa. Todo
esto parece haber quedado atrás hace tiempo, pasando de la cotidianeidad a la
excepcionalidad.
Llego
a casa, enciendo la tele y pongo el telediario. A la orden del día: nuevo caso
de corrupción, crecimiento negativo de la Bolsa, desmantelamiento de una banda
de narcotraficantes, llegada de una patera a la costa…Y así un día tras otro,
es como una historia sin fin que se ha quedado anclada en el nudo de la narración
y nunca llega el desenlace que nos gustaría escuchar. El informativo no es más
que una agrupación de los problemas más mediáticos. Todo lo lejano y
tristemente cotidiano como las guerras civiles en África o la hambruna, se
hacen invisibles para aquellos que deciden vendarse los ojos, sentarse delante
de la “caja tonta” y creer que lo que se cuenta es la verdad absoluta y se
trata de la mejor selección de hechos acontecidos en el mundo.
Es
desolador ese momento de desesperanza cuando los jóvenes miramos a
nuestro alrededor y nos percatamos en lo que se ha convertido el planeta: una
sociedad centrada en el consumo, la comida y la imagen corporal −ya sea el peso
o bien músculos−, un mundo sin escrúpulos y unos gobiernos e instituciones
movidos por cifras descomunales de dinero que ni siquiera somos capaces de
materializar con todo el papel-moneda existente.
Cuando
pienso en todo lo que nos hemos
convertido ya no soy capaz de identificar un único planeta, ahora veo dos: uno,
el físico, el que se va deteriorando con el cambio climático y otro, el planeta
virtual que se ha creado a través de ondas y antenas, wifis y cables, con unos
continentes llamados redes sociales en los que cada habitante intenta aparentar
tener una gran vida, reuniendo en su muro los mejores paisajes, sus increíbles
posados y sus apetecibles manjares. Los otros ciudadanos de su entorno virtual
clickan “me gusta”, “like”, “retuit” y “fav”, y alimentan el ego del
propietario de esa foto. Parece que hay personas que ya no viven para disfrutar,
sino más bien para construir sus perfiles y crear una identidad más o menos
distante de la realidad con una consecución de momentos pintados con filtros y palabras
bonitas o frases −supuestamente− filosóficas y así poco a poco aumenta el
marcador invisible llamado “postureo”.
¿Esto
es felicidad? Lo siento pero yo no comparto la dinámica de este planeta
virtual: yo me quedo con los bosques, playas y campos del planeta físico y
también prefiero tomarme un café con una persona antes que hablar por WhatsApp
con un desconocido que me dio su número por una de tantas de las redes de contactos
que existen.
Vive
y ríe, habla o canta y por favor comparte tu vida en este planeta llamado
Tierra. No olvides el valor de las miradas, la calidez de un abrazo, la caricia
sobre la piel y el sonido de un beso.
Clicko en publicar.
Recibo una notificación del facebook, es un evento
llamado la Fiesta de las Palabras Rotas, leo
la descripción que dice:
El
próximo 19 de agosto, día mundial de la asistencia humanitaria, queremos
humanizar un poco nuestra ciudad, a través de un acto simbólico y esperamos
obtener resultados y marcar la diferencia con las pequeñas acciones, que son las que mejoran
las escenas difíciles que se repiten a diario a nuestro alrededor.
Lo
único que tienes que traer es una carta reivindicativa exponiendo problemas
locales nacionales o mundiales.
Nada
más, nos vemos en la plaza Nelson Mandela, creemos que no hay mejor lugar, él
fue un ejemplo de lucha y acción en la resolución de situaciones de desigualdad
y discriminación. No te pierdas la primera edición de la Fiesta de las Palabras
Rotas. No dejará indiferente a nadie.
Menuda casualidad, tras publicar esta entrada
aparece este evento tan peculiar que me ha dejado muy intrigada, ha sido como
un rayo de luz verde, una respuesta que el destino ha querido regalarme tras la
publicación en mi blog.
Por fin ha llegado el día. Me dirijo a la plaza
Nelson Mandela, un poco alejada de mi barrio, pero que en bus se llega en poco
más de media hora. Al llegar me sorprendo. Allí hay un gran número de personas
y veo carteles que me dan a entender que este evento ha sido organizado por una
colectivo del barrio llamado “Gota a gota”, también hay una barra abarrotada,
leo: «tinto a un euro, cerveza a un euro,
a favor del comedor social “Nadie con hambre”». Justo en frente hay unos
puestos que forman un mercadillo solidario de productos artesanales, en otra
esquina de la plaza un rastrillo de libros, ropa y objetos de todo tipo. Muchas
personas se conocen entre sí, se saludan, casi todos parecen pertenecer a este
barrio humilde alejado del centro de la ciudad.
Tras un rato que paso observando objetos un tanto
extravagantes y libros de segunda mano, una mujer joven comienza a hablar y sus
palabras retumban por la megafonía instalada para el acontecimiento:
“Buenos
días, muchas gracias a todos por venir a la Fiesta de las Palabras Rotas que está
a punto de comenzar. Rápidamente voy a explicar en qué consiste. Como ya os
pedimos, espero que muchos de vosotros hayáis venido con vuestra carta con esos
problemas que os entristecen, enfadan o aquello que queréis que desaparezca.
Vamos
a formar un gran círculo por toda la plaza y tiraremos nuestras cartas al aire.
Cuando todas hayan caído al suelo, cogeréis una al azar y esa será la carta que
leeréis, aunque no tenga remite está escrita para vosotros, Seguramente exponga
una larga lista de problemas y quejas, lo único que podéis hacer es intentar
resolver o mejorar uno de ellos. Si es local, habrá que actuar con una pequeña
acción o incluso plantearse ser voluntario de una ONG de la ciudad, si es un
problema que se nos escapa de las manos, siempre se puede ayudar con una suma económica,
si es posible, o difundiendo ese problema por redes sociales o con “el boca a
boca” para que otras personas también puedan luchar por la causa. Os pedimos
creatividad, seguro que podéis hacer algo por alguna de las situaciones
plasmadas en el papel. Después cada uno pisaréis vuestra carta para “romper las
palabras” y simbólicamente romper cada problema recogido en la carta.
Así
que ahora los voluntarios de la asociación “Gota a gota” irán organizando el
gran círculo. Os pedimos coordinación y agilidad para pasar a la lanzada de
cartas”
Me ha encantado la idea del lanzamiento de las
reivindicaciones y la pisada de palabras. Por unos segundos siento los mismos nervios
que al abrir el buzón y encontrar una carta, de esas que se están extinguiendo.
Y por otro lado, ilusión, alguien va a leer mi entrada del blog y jamás podré
saber de quién se trata. De alguna forma he sacado mis palabras del planeta
virtual.
Cuando toda la plaza estaba delimitada por un
círculo humano, la mujer de antes pidió silencio y preparación. Comenzó una
cuenta atrás de diez segundos.
Durante un instante la plaza se tiñó de blanco,
cartas voladoras que buscaban un espacio en los adoquines.
“Ahora
recoged una de las cartas y recordad no vale solo con una lectura, pisarla y
guardarla en un cajón. Hay que actuar, difundir, dar o donar tiempo para
humanizar nuestro barrio, nuestra ciudad, nuestro país y nuestro planeta.
Muchas gracias, nos vemos el año que viene en
la segunda Fiesta de las Palabras Rotas.”
Tras esa despedida todo el mundo, niños y ancianos,
adultos y jóvenes recogimos una de las tantísimas cartas sembradas en la plaza
Nelson Mandela. Y antes de abrir sobres o desdoblar el papel, pisoteamos con
fuerza, liberando la rabia, la tristeza y la impotencia que cada uno
experimenta ante las injusticias.
Leí mi carta con detenimiento y sí, intentaré hacer
algo porque de nada sirve ver el telediario y lamentarse. De nada sirve ir a
tomar unas cervezas y quejarse de la política o cualquier hecho discutible y
mejorable. De nada sirve sentir pena por las personas que no pasan por su mejor
momento y tan solo repetirse en la cabeza: “qué mal están las cosas hoy en
día”. De nada sirve reivindicarse si no actúas igual que piensas. De nada sirve
escribir o comentar una situación injusta. Estos “de nada sirve” tienen una
solución: servir a los demás y lo único que esperes a cambio sea la
satisfacción de ser partícipe de una pequeña transformación en la vida de una
persona.
Sed felices (:
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