Hace poco me preguntaron qué es el amor y no supe
que responder. Muchas veces lo fácil es quedarse en la definición automática:
“dos personas que se aman y son compañeros en la vida”, pero el amor es mucho
más que eso.
Hace tiempo leí un consejo que se me quedó grabado,
“No escribas sobre el amor si no estás enamorado” y por esa razón nunca he
escrito ninguna reflexión. Pero hoy me pregunto, qué entendemos por estar
enamorados, ¿solo de alguien?, o, ¿también de algo, un lugar o un momento? Al
fin y al cabo todos hemos estado enamorados en alguna situación de nuestras
vidas o existe ese amor invisible que no consideramos amor, pero que cauteloso
se cuela y nadie lo frena ni nadie lo ve.
He querido buscar una definición de amor y me he
quedado con esta carta de Albert Einstein a su hija:
Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que
hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza
que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de
cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no haya sido identificado por
nosotros. Esta fuerza universal es el amor.
El amor es luz, dado que ilumina a quien lo da y lo
recibe. El amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas
por otras. El amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y
permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y
desvela. Por amor se vive y se muere. El amor es Dios, y Dios es amor.
Esta fuerza lo explica todo y da sentido en
mayúsculas a la vida. Ésta es la variable que hemos obviado durante demasiado
tiempo, tal vez porque el amor nos da miedo, ya que es la única energía del
universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo.
Quizás aún no estemos preparados para fabricar una
bomba de amor, un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, el
egoísmo y la avaricia que asolan el planeta. Sin embargo, cada individuo lleva
en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera
ser liberada.
El amor es la fuerza que mueve el mundo, la única
razón que sostiene a la esperanza. Miro a mi alrededor y veo refugiados,
hambre, guerras, fanatismo, sensacionalismo, manipulación, egoísmo, odio… y sin
embargo el amor es invisible, está más allá de la razón, más allá de la mirada.
Quien siembra amor, no siempre recoge. Quien lo da
todo, no siempre es recompensado. Quien rompe estereotipos dando lugar a un
amor libre sin etiquetas ni fronteras, le llaman bohemio. Y por eso, a veces,
el amor da miedo y no existe peor barrera, porque el miedo frena, paraliza,
hace retroceder.
Y la mejor decisión es convertir el miedo en
cautela, la cautela en conciencia, la
conciencia en actuar, el actuar en amar.
La vida me enseñó que quien ama nunca pierde, o se
gana o se aprende.
Aprendí que ser valiente no es la ausencia de miedo,
sino saber afrontarlo.
Aprendí que el amor no entiende de colores, de
fronteras, de sexo, de edad…no entiende de nada. El amor no se entiende, el
amor se siente.
Solo deseo que el amor invada el mundo como una
epidemia, o por lo menos a ti, regálalo allá por donde vayas y acompáñalo con
la mejor de tus sonrisas.
“Vive,
ama, ríe, sueña”
Sed felices (:
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