Versos tejidos con segundos y vivencias, cada minuto, cada momento.
Esperar el autobús puede ser un verso.
La tostada que cae al suelo, otro verso.
La media sonrisa que se muere de ganas.
La risa mirando una pantalla.
La espera que se gesta en una pequeña eternidad.
El recuerdo que vuelve sin esperarlo.
La mirada perdida que se encuentra.
El secreto a voces que por fin deja de ser secreto.
Dos manos que se buscan y se abrazan.
Esa sensación de entusiasmo que nace en el pecho y llega hasta la punta de los dedos.
El primer rayo de sol cálido que anuncia el comienzo del verano.
La sal en los labios.
Un baile entre risas.
Una noche con estrellas y silencio.
Cada verso, cada vida, se encierra en cada segundo, se libera en cada aliento.